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LUZ QUE AGONIZA

 

 

 

 

 

 

“Luz que agoniza”, es un excelente film de George Cukor, en el que nos demuestra su versativilidad cinematográfica, no tan solo en la dirección, sino también en saber adaptar a la gran pantalla todo un clásico thriller psicológico, basado en la obra teatral de Gaslight, escrita por Patrick Hamilton. Su saber hacer se nota en toda la cinta, desde la dirección de actores hasta en todos los mínimos detalles de la decoración (soberbios en todos los aspectos). Mención aparte merece el enorme trabajo de una hermosa Ingrid Berman, superior en su papel de mujer maltratada y postergada por su esposo con el único empeño de conseguir que ella misma llegue a considerarse con sus facultades perturbadas. Asimismo no podemos olvidar el papel de Charles Boyer (sus miradas, gestos, cambios de humor, la forma como trata a su esposa y como llega a dominar su voluntad), el papel de Joseph Cotten, en ésta cinta aunque su papel no tiene la relevancia de sus compañeros, cumple a la perfección. No podemos entrar a juzgar que director la hubiera tratado mejor, porqué tal hecho no sucedió, no existe, todo lo que se diga son puras conjeturas.“Luz que agoniza” es una película muy bien conseguida y digna de ver.

 

 

 

Uno de los detalles más memorables de la película, es la única salida que realiza el matrimonio para asistir a una fiesta a la que han sido invitados, y al observar el marido la existencia del detective que interpreta Joseph Cotten, se quita el reloj de bolsillo lo introduce en el bolso de su esposa y le dice que se lo han robado, lo que hace pensarle a ella que es la culpable de tal pérdida, abandonado la sala entre sollozos, y la única explicación que se escucha es “tenemos que marchar, mi esposa no se encuentra bien”. He leído algún comentario acerca de las "sobrevaloraciones, obras maestras" y no puedo dejar de preguntarme, si una película me gusta y además le gusta a mucha mas gente ¿la estoy sobrevalorando?, Es decir, la coincidencia en los gustos ¿Es sobrevaloración?. Una película que te engancha al sillón durante hora y media o dos horas en los que apenas parpadeas ni miras el reloj ¿es una película sobrevalorada?. El hecho de que sea de Cukor nos absorbe el entendimiento a muchos y nos predispone a darle una altísima valoración.

 

Hay películas buenas y muy buenas, su bondad no solo se mide en las perfecciones cinematográfico-tecnológicas,  Se mide en su capacidad para seducirnos, abducirnos y hacer desaparecer de nuestra vida noventa o ciento veinte minutos, para sumergirnos en la magia del cine... Les recomiendo que la vean. Enciendan las lámparas de gas. Sientan como la llama se debilita al tiempo que el sonido de unos pasos se engrandece. Dense un paseo turístico por Thornton Square. Tal vez tengan suerte y puedan atisbar desde la casa de enfrente a sus misteriosos inquilinos. Deléitense con sus excepcionales interpretaciones. Puedo decirles que desconocía el Oscar otorgado a Ingrid Bergman. Cuando lo leí supe que hay ocasiones en que se impone la justicia. Con todo lo que ustedes quieran acerca de los oscuros motivos de los Oscar. Pero la actriz sueca se lo merecía. Charles Boyer, igualmente excelente, está eclipsado por la diva. Cotten está magnífico. Dame May Whitty quien un año después protagonizaría otro film cargadito de presuntas enfermedades mentales, My name is Julia Ross, ofrece un buen trabajo como la típica vecina entrometida y no olvidarse de Ángela Lansbury en su primer trabajo para la pantalla grande y que, desde la frivolidad, parece estar tomando notas para lo que sería su gran éxito, Se ha escrito un crimen. Finalizo con Cukor. Cukor no es el Cukor reconocible en Historias de Filadelfia o La costilla de Adán, pero si es el Cukor que sabe sacar los mejores registros de sus actrices. El suspense, el interés y la intriga parecen más propios del maestro del suspense, don Alfred, lo cual es un punto a favor del londinense y punto y medio a favor del estadounidense. George Cukor, que llevó a la gran pantalla la pieza teatral epónima en su título original en ingés "Gaslight" del novelista, ensayista y dramaturgo alcohólico y marxista de origen británico, Patrick Hamilton, el mismo que años antes creara otra gran obra teatral, "La Soga", y que también posteriormente tendría su réplica en la gran pantalla, esta vez de la mano de Alfred Hitchcock... "Luz que agoniza" es una obra maestra sin paliativos, por la hondura de las caracterizaciones, por la brutal y sorprendente puesta en escena sólo a base de decorados preparados para la causa..., por su maestría narrativa y por unas actuaciones a cargo de unos actores de primera magnitud... Para algunos supuso la ruptura con los prejuicios que durante siglos la mujer había tenido que soportar...la crueldad de un marido sustentador de la unidad familiar, abusador y maltratados físico y psicológico...Al punto todo esto, incluso la expresión "hacer luz de gas" llegó a aceptarse comúnmente como modo de referirse al maltrato psicológico que algunos hombres inflingen a sus esposas...Pero "Luz que agoniza" no sólo será recordada por todo esto, sino que también será celebrada en los años venideros como una de las más esplendorosas actuaciones de un magnífico Charles Boyer, actor francés cuyo marcado acento en esta película, dio a su personaje un cierto toque de elegante y oscura petulancia a lo vampiro de Transilvania, interpretando el papel del cínico y clasista asesino, melómano y amante de las joyas, de origen humilde como así le gustaba a su creador Patrick Hamilton...Gregory Anton, músico de Praga tenía la impresión cada vez que viajaba a Londres de que era una ciudad de contrastes...contrastes entre la gente que como él se sentía más pobre aún..., y de aquella otra agente que moraba en cálidos hogares, donde los tulipanes y los narcisos en primavera junto con el sol en las alturas hacía que se sintieran aún más ricos y confortables que en ninguna otra parte del mundo... o por lo menos así lo percibía el Mr.Anton...

 

 

 

 

Y luego estaría la actriz sueca Ingrid Bergman cuya actuación en esta película le valió un merecidísimo oscar como exponente de la mujer atormentada y seducida por el enigmático lado oscuro y sombrío de ciertos hombres.. La fotografía, INMENSA a cargo de Joseph Ruttenberg...en la música destacar el aria de la locura de "Lucia de Lammermoor" de Donizetti para ambientar así mejor la obra.. Y como anécdota reseñar la primera aparición de Angela Lansbury en la gran pantalla cumpliendo 18 años en pleno rodaje...OBRA MAESTRA... los periódicos sacan en primera plana la noticia del asesinato de la diva del bel canto, Alicia Alquist, a manos de un misterioso asesino que ha salido indemne del delito, en el número 9 de la pequeña y lujosa plaza de Thornton Square de Londres..Alicia vivía con la hija de su difunta hermana, Paula (I. Bergman), quien hasta entonces había sido críada junto a su tía y su mentor el sr. Muffin .Así pues, en la espesura de la densa niebla del invierno londinense Paula es enviada a Roma, al cuidado de un antiguo mentor de su tía, el profesor de canto lírico el sr Guardi .. 10 años más tarde de la tragedia, la pequeña Paula se ha convertido en una bella mujer enamorada de un músico colaborador del profesor Guardi, el sr Gregory Anton...Se casan en la Lombardía, en las proximidades del lago Como y posteriormente se trasladan por deseo encubierto del propio Gregory a la vieja casa familiar de Thornton Square en Londres...Allí, las luces de gas de las farolas de la plaza y de las lámparas del interior de la casa languidecen y se avivan al ritmo de los frenéticos sucesos que se van desencadenando...En el interior de la casa, en la compañía de la vieja y sorda cocinera Elisabeth y de la recientemente contratada criada, la pícara Nancy , Gregory irá mermando paulatinamente la moral y la salud mental de su esposa, haciéndole creer que es despistada y olvidadiza...Unas viejas y valiosas joyas que el zar de Rusia regaló a su difunta tía tienen la culpa...Gregory en realidad se llama Sergis Sauber, es un humilde aspirante a estrella de la música checo y tiene una esposa en Praga...su verdadero objetivo es quedarse con la casa para buscar con tranquilidad las joyas que en su día, cuando asesinó a Alicia Alquist no fue capaz de encontrar ..un antiguo admirador de Alicia, el inspector de Scotland Yard (Joseph Cotten) y su vigilante policial nocturno Williams ..un pasillo secreto detrás del bloque de manzanas donde viven Gregory y Paula... una buhardilla con viejas joyas y muebles de la época gloriosa de la famosa tía...luces de gas que languidecen y se avivan... pasos en el piso de arriba... las anheladas joyas engarzadas en un viejo traje de emperatriz Teodora regalo del zar a Alicia Alquist...y un asesino, nos aferran pendientes de esta magnifica película. El pianista es Charles Boyer que ha logrado enamorar a Ingrid Bergman y casarse con ella. Tal vez no sea una obra maestra pero las actuaciones son de maestros...Boyer, está imponente, conjuga sus pautas con un dominio total de la expresión, de cariñoso marido con sonrisa bendita, a despiadado y frío calculador con una mirada medio cerrando los ojos que lanza puñales asesinos. La señora Bergman con su delicada figura y su rostro cansado nos preocupa y convence. Y ahí está el comisario Cotten. en un caso para sus posibilidades.

 

Qué pareja de actores, que elegancia y sobriedad en sus interpretaciones. A Charles Boyer le brillan incluso los ojos cuando habla de su deseo. Tal vez la intriga no nos tenga en ascuas, sentados en el borde del sillón esperando el desenlace, pero la trama, las argucias del pianista para aislar a su mujer del mundo, para humillarla, para hacerla creer su falta de cordura, nos interesa vivamente. La situación de la casa nos la explican hasta con un croquis para que no nos despistemos, las calles con su niebla de rigor, el paseo y sus saludos a los vecinos como corresponde y por último el caminar del misterioso señor Charles Boyer de noche por la calle y con su doble vida, desapareciendo en la esquina, son toques de lo que es una película policíaca del más alto nivel, generó que Cukor prefirió apartar para dar una lección de interpretación y sentimientos humanos, como el amor de ella, el deseo carnal del comisario y la ambición desatada del pianista. Londres duerme tranquila. La obsesión del marido es hacerse con unas joyas de gran valor que deben estar aún en la casa donde la dueña murió asesinada. Y para asegurar sus planes trata de quitarse de en medio a su mujer engañándola y tratándola vilmente haciéndola ver que está loca hasta el punto que ella misma empieza a creer que está perdiendo el juicio. La actuación de la Bergman nos quiere demostrar que se está volviendo loca aunque pensemos que no es para tanto, que tiene defensas de sobra. Estoy de acuerdo que "Luz que agoniza" explica su trama casi desde el principio, lo cual es lo mismo que decir que sus más de sesenta años la han caducado y sólo es apta para los que gustamos de mirar para atrás y puestos a perder el tiempo con mediocridades del s.XXI, preferimos el blanco y negro de tiempos lejanos. La intriga está vendida desde el primer minuto gracias a Charles Boyer, un tío despreciable, pero nada forzado en sus gestos  y para mí eso es una virtud de buen actor... El rodaje de las escenas de interior es lo más acertado, la composición de luces y sombras ofrece su mejor resultado, muchos deberían aprender de Cukor, digo muchos....no quería decir cientos de directores del séptimo arte.. Ingrid Bergman se luce en la escena final en que se enfrenta con su marido y con la verdad. El giro de 180º de su personaje es magnífico. Sin embargo es poco creíble que ese encuentro se permita por parte del policía y ante una situación semejante. Aún así y por lo bien que quedó...correré un tupido velo. Hay títulos que no fallan y algunos clásicos que nunca te decepcionarán a la hora de hacerte pasar un rato inolvidable y Luz que agoniza es un ejemplo. Clásico obligatorio y de los mejores que habré visto. Las interpretaciones son magistrales, no solamente la de Ingrid Bergman, sino la de Charles Boyer donde demuestra unos cambios impresionantes al igual que una riqueza de colores, tonos y miradas, simplemente genial al igual que Bergman, una actriz que desde Casablanca hasta Sonata de Otoño, mi admiración por ella es incuestionable.

 

 

 

 

 

Era otra época, otro cine y otra manera de actuar, hablamos donde las mujeres son señoritas y el hombre es el amo de la casa con un carácter imponente y dominante por Charles Boyer, Ingrid Bergman, genialmente metida en el papel interpreta a una mujer sometida a su marido. Es para mí el primer aspecto a destacar de la película, además de la gran dirección pues sabe crear una angustia sin igual, es verdad que la obra de teatro ya tiene un guión excepcional pero se necesita de un buen director como Cukor para llevarlo a la pantalla tal como aquí, con una ambientación fantástica, con esos decorados tan barrocos tirando a grotescos, con esa luz oscura, rodeando a los personajes de ese suspense y misterio que da esa angustia hasta el final, simplemente genial. Para una fabulosa ambientación se necesita también una buena fotografía y una fabulosa banda sonora, y en concreto la música da a la película una intriga característica como en las películas de Hitchcock. Mi angustia llega hasta el final esperando ver algún momento en el que Bergman se pueda revelar, levantar el tono y demostrar que no es una señorita, que posee carácter y sabe cuando hay que demostrarlo. Es una obra maestra y un clásico impresionante, sin duda consta dentro de los mejores títulos de la historia de cine...... y debemos entender por que. Los momentos de los ruidos en el ático y como baja la luz, tienen una fotografía genial con unos ángulos donde sabe captar el terror, pero no para nosotros sino para la mujer encerrada en su habitación angustiada creyendo que se está volviendo loca. Otro momento irrepetible es la escena del concierto, donde su marido hace lo posible para que esta crea que le ha robado el reloj y así avergonzarla delante de toda la clase alta de Londres. Cukor cambia de registro para mostrarnos un thriller que recuerda a "Rebeca". La gran interpretación del dúo protagonista dota a la historia de una tensión dramática que no viene sino en redondear su buen guión. Por otra parte cabe destacar también la buena caracterización y ambientación de un Londres victoriano que aparece lúgubre y tenebroso  Melodrama en un Londres victoriano de claro matiz negro en el sentido específico de la imagen, donde el encuadre, la iluminación y el ambiente responde a un código genérico “noir” en su espíritu. Y en cine, “espíritu” equivale a decir “puesta en escena”. Cukor no sólo era un director de mujeres y comedias, era también un gran narrador, y lo demuestra con un guión del que sale airoso gracias a un estilo definido y maestría artística que incluye misterio, crimen, intriga, el desasosiego, la codicia y el maltrato psicológico bajo una luz de gas.

 

 

 

Me gustaría destacar la secuencia de la fiesta donde acude el matrimonio invitado por una aristócrata conocida de Paula, un prodigio de puesta en escena: el clima elegante, la distinción calculada, la falsedad de las apariencias, la maquinación del marido al ver la presencia del inspector, el juego de miradas, mientras se interpreta al piano la Balada n.º 1 de Chopin, la misma que utiliza Polanski en “El pianista”, cuando el judío toca ante el oficial alemán, una música delicada y evocadora que ilustra con un toque de glamour poco habitual, cine en estado puro sólo al alcance de los grandes maestros. Una película inolvidable. La intriga de esa "luz de gas" la presuponemos, pues ciertamente sabemos quién es el villano de la historia. La pregunta que cabe hacerse entonces es: ¿Por qué, hasta qué punto una persona puede hacer tanto daño mental a otra para lograr sus propósitos? Lamentablemente el tema sigue de actualidad, con la existencia todavía de maridos posesivos, que no dudan en humillar a sus esposas o que pretenden mostrarse superiores siempre a ellas. Muchos afirman que es inverosímil un argumento como éste. No obstante, para mí lo increíble es que hoy en día podamos seguir viendo casos similares en pleno XXI. Mientras la iba viendo pensaba que si en vez de ser la protagonista una actriz no tan bella como la Bergman o incluso, por ejemplo, Katharine Hepburn "Luz que agoniza" perdería bastante. Pero con ella en la pantalla, uno no puede dejar de disfrutar tanto de la hermosa Ingrid, que luce un impresionante fondo de armario con trajes y vestidos preciosos que realzan aún más su atractivo; como de su personaje de Paula Alquist. Porque el interés que despierta Paula, tan sola y desamparada, tan dulce, inocente y frágil se ve aumentado aún más en las garras del malvado Gregory Anton  Además se mantienen otras incógnitas que no se resuelven hasta el final. Pero pese a la sencillez, está muy bien contada, lo que confirma que una cinta clásica, de 1944, no tiene porque incurrir en los fallos típicos de otras películas mediocres de aquellos años. En vista de tantas comparaciones entre los directores, estamos hablando de uno con de matrícula de honor. Charles Boyer mantiene un tour de forcé sublime, un coloso que domina con su hidalguía la escena, un siniestro personaje al que Boyer le imprime carisma, un lenguaje gestual y corporal maravilloso, una sonrisa encantadora, una mirada penetrante que maneja su dualidad con una elegancia excelsa, tanta era la admiración que Ingrid tenía por él que pidió al productor de la obra, David Selznick salir por detrás de él en los títulos de crédito iníciales, siendo ella más popular. Descata entre los secundarios Angela Lansbury, con su extrovertida criada, contrapeso al débil carácter de Paula, una arrolladora presencia que aprovecha cada momento en pantalla para sobresalir, tanto así que fue nominada al Óscar secundario, tenía 17 años y fue recomendada por uno de los guionista, Van Druten, ella trabajaba de dependienta en unos grandes almacenes en plena campaña navideña cuando la ficharon. Como curiosidad diré que tal fue el calado de esta película que la expresión ‘Hacer luz de gas’ como expresión de querer volver a alguien loco proviene de aquí.

 

 

 

 

 Recomendable a los que gusten del buen cine y por ser:

 

Una excelente obra maestra.

 

 

 

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