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MAURICE

 

 

 

 

La homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación.

(Simone de Beauvoir)

 

 

 

Maurice es una película de drama romántico de 1987 basada en la novela escrita por E. M. Forster. Producida por Merchant-Ivory Productions y Channel Four Films, fue dirigido por James Ivory y su guión fue escrito por el mismo Ivory y Kit Hesketh-Harvey. Protagonizada por James Wilby como Maurice, Hugh Grant como Clive y Rupert Graves como Alec, los actores secundarios incluyen a Denholm Elliott como el Dr. Barry, Simon Callow como Mr. Ducie, Billie Whitelaw como Mrs. Hall y Ben Kingsley como Lasker-Jones. En el Festival Internacional de Cine de Venecia de 1987, donde el filme se estrenó el 29 de agosto, obtuvo el León de Plata (a James Ivory), el premio Osella de oro a Mejor Partitura Original a Richard Robbins y el premio al Mejor Actor, compartido por James Wilby y Hugh Grant. En 1988, los diseñadores de vestuario Jenny Beavan y John Bright, fueron nominados a un Premio Óscar. La historia se sitúa en la Inglaterra victoriana de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Maurice Hall (James Wilby), a la edad de 14 años, recibe una charla de su maestro sobre el sexo y las mujeres. Esta escena establece el tono del resto de la película, pues Maurice se siente aislado, y excluido de la idea adulta del matrimonio con una mujer como meta en la vida. Además se enraiza su profundo desdén hacia su propia clase social, al percibir que su maestro no tiene la capacidad de ver más allá de las normas sociales, haya lo que haya detrás. Gran Bretaña, principios del siglo XX. Cuando el joven Maurice va a la Universidad, se enamora de Clive, uno de sus compañeros de clase. Juntos viven un romance que mantienen en secreto. Sin embargo, Clive, para evitar habladurías y normalizar su vida, decide casarse con una joven. Maurice, por su parte, seguirá manteniendo relaciones secretas con otros hombres, aunque no será lo mismo. ‘Maurice’ cuenta la vida de un joven británico a lo largo de unos años. Se trata de una de tantas historias de época que retratan la historia “reciente” del Reino Unido. Ubicada en los primeros años XX, la historia nos lleva por los problemas que plantea una sociedad puritana e hipócrita que dicta, en el peor sentido de la palabra, cómo y con quién debe vivir el ser humano. Las fechas no son excesivamente lejanas, apenas 100 años, poco en la historia de la humanidad. En este espacio de tiempo, ha cambiado mucho en Occidente la forma en la que la sociedad afronta las relaciones homosexuales, las relaciones entre clases, la reputación, el nivel adquisitivo. Todos estos temas los aborda con exquisito gusto ‘Maurice’.

 

 

Protagonizada por Simon Callow como Maurice, pasamos de su etapa universitaria, donde conoce y se enamora de un joven Clive, Hugh Grant, a su vida en Londres, y su relación final. Contada con exquisito gusto en su escenografía, en sus diálogos y su vestuario, es una película que retrata fielmente el choque que se producía entre una sociedad británica excesivamente puritana y una que deseaba romper moldes. Como el cine de Ivory, ‘Maurice’ nos habla de sentimientos. En primer lugar, y en el más importante, asistimos a cómo Maurice y Clive deben ocultar su relación dentro de su hogar porque de ser público perderían su estatus social, el respeto social, su poder adquisitivo, y todo, serían relegados a un estrato social más bajo. En esta disyuntiva, los personajes, como los británicos de la época, debían optar por arriesgar su vida, o vivir una farsa. Clive opta por vivir una vida dentro de los cánones establecidos. Se casa con una mujer y prosigue su carrera política. En cuanto a Maurice, arriesga su estatus social y su propia seguridad por mantener una relación con el jardinero Alec, Rupert Graves, de un nivel inferior, pero que se entrega a la relación. Aquí observamos el segundo de los choques que aborda ‘Maurice’, el choque entre clases sociales, que supone otro quebradero de cabeza para Maurice. Los niveles sociales no se mezclaban como en la actualidad, incluso estaba mal visto que lo hicieran. La película nos recuerda pasajes de la vida de Oscar Wilde, que fue encarcelado por mantener relaciones homosexuales. Una época en la historia donde la religión dominada cada aspecto de la vida y donde la fe dictaba de qué manera debía vivir la gente. Es víctima la cinta de la época en la que fue rodada. Probablemente, de haber sido filmada en la actualidad, habría abordado con más crudeza ciertos aspectos como la opresión social, la frustración de sus protagonistas, la pasión entre los amantes, el choque de clases, etc. Endulza la historia, como acostumbra Ivory, más del gusto de la época, y menos en sintonía con el cine más realista que se hace hoy en día. Una película realmente recomendable para descubrir un episodio oscuro de la historia británica y para comprender mejor la historia de otras películas como ‘The Imitation Game‘... Una experiencia recomendable, con verdadero sabor clásico.

 

 

 

Cuando Maurice llega a la universidad de Cambridge entabla amistad con su compañero de estudios Clive Durham, quien le inicia en la lectura de las antiguas escrituras griegas sobre el amor homosexual. Durante dos años viven una relación estrecha aunque excedidamente casta, que deben ocultar a todo el mundo que conocen. Es evidente que Maurice espera más de su amor platónico, pero paulatinamente queda claro que Clive está igualmente ligado a la visión de la sociedad de lo que está bien y mal. Tiene intención de casarse, a pesar de las dificultades que eso conllevaría. Decepcionado y herido por el rechazo de Clive, Maurice busca asesoramiento psiquiátrico, en una escena no falta de humor, pero que expone sin piedad las limitaciones emocionales y la desorientación de la sociedad, encarnadas por el doctor Barry, que ni siquiera puede comprender la situación de Maurice. En la época, las únicas publicaciones sobre homosexualidad eran en alemán, y por tanto difícilmente accesibles para doctores ingleses. Careciendo de ningún conocimiento real sobre la homosexualidad, el doctor Barry simplemente rechaza los sentimientos de Maurice calificándolos de "tonterías". Maurice se hace mayor, deja la universidad sin sacar el título, adopta los hábitos y las vestimentas de un gentleman y obtiene un buen trabajo de corredor de bolsa. En su tiempo libre, ayuda en un gimnasio de boxeo para chicos de clase trabajadora, de una misión cristiana. Llegado a un punto, Maurice se cita con un hipnotista, Mr. Lasker-Jones, para intentar "curarse". Lasker-Jones se refiere a su condición como "homosexualidad congénita" y afirma tener un 50% de éxito en "curar" a hombres gay. También menciona que el 25% no consiguieron ser curados. Tras la primera sesión es evidente que la terapia ha fallado.

 

 

 

Los anhelos frustrados de Maurice parecen cumplirse cuando le invitan a quedarse en Penge, la mansión de Clive Durham. Allí trabaja el joven guardabosques- y al principio inadvertido - Alec Scudder (Rupert Graves), quien se ha fijado en Maurice. Aparece en momentos puntuales, como acechando el deseo de Maurice, hasta que una noche el muchacho simplemente usa una escalera para subir a su cuarto, respondiendo a una llamada nocturna que nadie más escucha. Tras su primera noche juntos, Maurice entra en pánico y Alec, por su forma de ser tratado, se asusta también y hace como si quisiera chantajear a Maurice. Maurice busca una vez más la ayuda de Lasker-Jones, y el hipnotizador, sabiendo que la terapia está fallando, le dice a Maurice que considere irse a otro país donde la homosexualidad no es condenada, como Francia o Italia. Maurice se pregunta si la homosexualidad será aceptada alguna vez en Inglaterra, a lo que Lasker-Jones responde: "Lo dudo. Inglaterra siempre ha sido reticente a aceptar la naturaleza humana". Maurice le muestra una carta de Alec y le pregunta si él le llevaría a juicio, por temor a que Alec le cuente a otros su condición, pero Lasker-Jones no está seguro. Maurice tiene que decidirlo por su cuenta. Maurice y Alec se encuentran en el Museo Británico en Londres... En una emotiva escena descubren que los dos están enamorados, después de que Maurice diga que se llama Scudder, al preguntar éste por su nombre. Esta trasgresión de las diferencias de clase fortifica en el acto el lazo entre los dos hombres. Tras otra noche juntos, Scudder le cuenta que tiene un pasaje para Argentina, de donde no regresará. Tras un resentimiento inicial, Maurice lo acepta y decide al menos ir a despedirle. Se queda atónito al ver que no está. Rápidamente, vuelve a Penge, y encuentra a Alec en el embarcadero. Éste le dice que le había enviado un telegrama, mostrando su deseo de estar con él y no separarse más. Y de hecho los dos se reúnen allí, y viven felices. Maurice visita a Clive una última vez, para concluir su relación, y mostrarle su visión de futuro con Alec. La impotencia de Clive al oírlo le deja sin palabras y sin saber comprender. Entretanto Maurice desaparece hacia el bosque para reunirse con Alec.... James Ivory es el paradigma de director culto, refinado, amante de las adaptaciones literarias, especialmente del gran novelista británico E. M. Forster, cuyas películas suelen resaltar por una cuidada reconstrucción de la época en la cual se desarrollan, una hermosa fotografía y una afortunada dirección de actores. "Una habitación con vistas", "Lo que queda del dia", "Las bostonianas" y "Maurice" son ejemplos claros de lo que puede esperar de Ivory como director.

 

 

 

"Maurice" adapta la obra póstuma de Forster, publicada tras su muerte, pues el miedo a ser condenado por homosexualidad le llevó a mostrársela a unos pocos de sus amigos más cercanos. En ella se cuenta el despertar a la sexualidad del protagonista, Maurice Hall, y de su amor hacia un compañero de universidad. La represión de los sentimientos, la sublimación como válvula de escape de ésta, el corsé social que obligaba a un matrimonio convencional, el terror al destino que tuvo que sufrir otro gran escritor y dramaturgo, Oscar Wilde, llenan de angustia y de rabia las páginas de una novela destinada, como dejó escrito Forster, "a tiempos mejores". James Ivory realiza una versión muy fiel al original, lo complementa con algunos elementos críticos propios. La trasgresión de Maurice, en la película, no sólo es de tipo sexual, sino también social y cultural. Si bien en la novela estos aspectos están, más o menos desarrollados, el guión los acentúa al poner el dedo en la llaga de la sociedad puritana y clasista de la época. Cuando Maurice se acuesta con Alec, el guardabosques interpretado con gran encanto por Rupert Graves, destruye todos los tabúes impuestos por la sociedad y aceptados por él hasta el momento. Al contrario de su primer amor, el timorato y cobarde Clive Durham que prefiere casarse y ocupar el rol que corresponde a un miembro bien considerado socialmente, Maurice se enfrenta a sus miedos, rompe con todo, y huye con su amante. Un final abierto y aparentemente esperanzador abre las puertas a un futuro inequívocamente incierto... James Ivory es sin ninguna duda el mayor aficionado al cine de época , un realizador enamorado de la Inglaterra Victoriana y de las campiñas Bretonas. De nuevo tomando como base un texto de E. M. Foster nos adentra en la doble moral de la época, con unos personajes mas dados a guardar las formas que a ofrecer el fondo...el film se alza sobre todo en la gran actuación de James Wilby (Maurice), un actor poco conocido, pero que da vida con sobriedad a su atormentado personaje. El tema de la homoxesualidad esta tratado con rigor, sin caer en la cursilería y sin dejarse llevar por los los falsos amaneramientos. Destacable es sin duda la magnifica puesta en escena, el refinamiento de los personajes , los vestuarios de época, el lujo y la pompa que les gustaba mostrar a la clase dominante de la burguesía Inglesa. Concluyendo la película a pesar de un arranque flojo se deja ver con mucho interés, predominando el continente por encima del contenido.

 

 

 

 

 

Maurice es lo que podría considerarse la película "prototipo" de James Ivory, una buena recreación histórica, excelentes actores, una música aderezada con una fotografía tan aséptica como ppersonal y una base literaria de calidad para redondear un conjunto con aspiraciones de obra maestra. Y la fórmula en algunas ocasiones ha funcionado muy bien (Lo que queda del día, Regreso a Howard´s End) pero otras veces no Y en el caso de Maurice los resultados son diferentes... La excelente novel de E. M. Foster necesitaba más mordiente, por que los tiempos cambian y una mera ilustración por buena que sea apenas si capta un espíritu que en su momento fue casi revolucionario y que hoy en día solo nos lleva a aflorar toda nuestra buena conciencia bien pensante para sentirnos a gusto con nosotros mismos por ser tan liberales, comprensivos y sensibles. Por eso no hay que confundir preciosismo con osadía o inteligencia. Maurice como la mayor parte del cine de Ivory es una brillante pompa de jabón, quizás un poco mejor que otras propuestas , (Los modernos o La copa dorada convierten por comparación a Maurice en una buena película) pero moralmente vacua que uno solo piensa en la oportunidad perdida para hacer una buena adaptación con carne y espítiru que necesitaba un director ilustrador como es Ivory...)

 

 

 

La hipocresía es mala, nociva, corrosiva y profundamente dañina cuando se trata de cuestiones íntimas y personales como es el amor, tanto si somos hipócritas nosotros con nuestros sentimientos, negándolos o camuflándolos a nosotros mismos, como cuando la sociedad en la que vivimos es tan sumamente hipócrita y puritana como para condenar como " corrupción moral" algo tan hermoso, grande, puro, espiritual, apasionado y universal como es el afecto o el amor que une a dos personas, cuando no hay ninguna diferencia en lo que al sentimiento se refiere con respecto al otro tipo de amor que claro, como es lo normal, es el patrón que supuestamente todos debemos imitar en nuestra vida. Y un soberano ejemplo de esa hipocresía era la sociedad inglesa de principios del siglo pasado, donde Maurice se vio obligado a ocultar el amor que sentía por Clive, hasta que éste pasó del platonismo a incluirse en el montón para no levantar sospechas, primero, y luego por Alec, que supo corresponderle por todo lo que había sufrido. James Ivory aborda en esta cinta la novela homónima con gran elegancia y distinción, retratando a la perfección la alta sociedad inglesa del momento (su moral, su aristocracia, su universidad...), a lo que hay que añadir la historia, que para mi es excepcional...el final, la interpretación y el gran lirismo y belleza de algunas de las escenas. Muy buena película sobre la homosexualidad y la costumbre de tener que taparla en la Inglaterra de años pasados. Incluso el propio protagonista llega a preguntarse si está enfermo. Es una película que retrata la época y es muy interesante. La trama resulta bastante creíble.... Otro de los aciertos de la película es que a pesar de ser un drama,, no cae en la tentación de contar una historia de forma lacrimógena y vulgar.

 

 

Cuando los instintos son reprimidos, la frustración llega y con ella, la desdicha. Es precisamente la época victoriana una edad especialmente castradora de la sexualidad, primer instinto entre los instintos. Este es el marco en que se despliega el drama de cómo hacer la cuadratura del círculo: ser homosexual y ser feliz. Con una preciosa -casi preciosista- fotografía y ambientación, la obra tiene algo de artesanía en su confección. Hugh Grant, aquí se crece para hacer un papel notable que se ajusta muy bien a la cierta distinción dandy que caracteriza al actor. Una interesante película de buscadores de la felicidad en la jungla humana devoradora de deseos. La película tiene dos partes bien marcadas: la primera se ciñe al encuentro entre Grant y Wilby así como el posterior rechazo de Grant a seguir hasta el final. La segunda se ciñe a la historia de amor entre Wilby y el jardinero resultando ser lo más edificante del film y con lo que te acabas quedando. Hay que verla para conocer la evolución del cine británico costumbrista.

Excelente película en todos los aspectos. Bien llevada y no cargada en escenas de su género, de como hemos ido evolucionando aceptando las dos clases de sexualidad  bajo la mirada de gente homófona durante tantísimo tiempo, pero al final, sobreviviendo siempre.

 

 Un final feliz y una mosaico abierto sobre las diferentes formas de amar.

 

 

 

La homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación.

(Simone de Beauvoir)

 

 

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