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A PLENO SOL

 

 

 

 

 

 

 

 

Un clásico del cine francés. Es la tercera vez que la veo y el impacto que me produce es imposible de explicar. La novela de Patricia Highsmith, tiene un remake: El talento de Mr. Ripley, de Anthony Minghella... Hubo un momento, hace años, que leí a Highsmith y no me pareció, su mejor novela. Aunque quizá sí era más fácil llevarla al cine. En cualquier caso la película es absolutamente redonda, magistral, cerrada y perfectamente engarzada. Alain Delon está magistral, joven, absolutamente guapo, viril, con ese punto salvaje que tanto gusta. En el fondo no deja de ser el retrato de un asesino, que pone su talento al servicio del mal. De René Clement he visto otros films, como por ejemplo: Los felinos, y ¿Arde parís?, son estupendas, magníficas de verdad. A pleno sol es extraordinaria, buena, con mucha luz que no deja en mal lugar su título, con ese olor a sexo contenido, pero aún más tiene detrás una magnífica historia de suspense continuado que se ve sin parpadear. Este filme de Clément, de coste medio; con una variedad de escenarios, interiores y exteriores, efectivos y de gran calidad; con desarrollo bien explicado al espectador, de manera que el guión se le haga fácil de asimilar,  resulta notoria y magistralmente mejor, con mucha diferencia que el film dirigido por Anthony Minghella... «El talento de Mr. Ripley». Si comparamos a Alain Delon con Matt Damon, en la interpretación del personaje Mr. Ripley, es comprensible que el buen hacer del primero cale más en los observadores hasta tal punto que se sintamos deseo de que se salga con la suya. Algo que no transmite Matt Damon. Por otra parte, las secuencia que transcurren sobre el velero en alta mar, navegando tres personajes y luego dos, son más atrayentes, lúcidas y mejor logradas en el filme de René Clément que en el de Minghella treinta y tres años más tarde. Una muy buena película de crimen calculado o criminal calculador, ocultamiento y trama de suspense, superior en estética, arte, iluminación y narración entendible a su remake, que no por ser más costoso, con más medios y mayor despliegue de técnica, supera como producto cinematográfico al realizado por René Clément.

 

 

 

Confieso que me llevó a verla la aparición en ella del apuesto Alain Delon. Pero, una vez vista, todo lo que recuerdo es bueno...El personaje de Maurice Ronet es tan déspota y fatuo que hasta hubo momentos en que comprendí las pretensiones de Ripley. Es natural querer medrar, sobre todo si crees que tu inteligencia se lo merece; pero hay formas inmorales de medrar. Y eso, no puede quedar impune. Pero me gustaría que quedara. Ripley es más simpático, tiene más carisma, más guapo, ... sólo le falta tener dinero para poder dedicarse a distribuir su "savoir faire" Un personaje que cautiva, en todas las novelas. Aunque sabemos que es calculador, interesado, frío, tiene tanto poder de persuasión que siempre nos ponemos a su lado. Con una Nouvelle Vague en pleno proceso de ambiciosa renovación de las convenciones cinematográficas, René Clément se atrevió en 1960 a adaptar la archiconocida novela, dejando a un lado la pretenciosidad cahierista, abrazando con sincera nostalgia el clasicismo del género thriller. La película es una historia de suplantación de la identidad llevada a cabo por Tom Ripley, en su ansia por conseguir el dinero que conseguiría con la muerte de su amigo Philippe Greenleaf, decide consumar su crimen en una alucinante y perturbadora escena en un barco en alta mar. A partir de aquí, Clément nos narra con pulso firme las tretas del asesino y los momentos de extrema tensión donde deberá mostrar su sangre fría para ocultar su engaño a familiares, al personal del hotel donde se hospeda.


 

A este respecto, la continua sensación de riesgo que vive el protagonista en su temor por ser descubierto hace que el espectador se sorprenda a sí mismo empalizando con él en todo momento. Clément juega con nuestros deseos diabólicamente, nos pone en el papel de Ripley, mantenemos la respiración en sus momentos más decisivos. Consigue que hagamos de Ripley la encarnación de nuestro lado perverso. Y para ello engrana de forma eficaz un ritmo y una puesta de escena en la trama que cuenta. El mejor Hitchcock asoma en cada secuencia, en cada silencio de los personajes, en cada primer plano angustiante, que contribuyen a acrecentar esa sensación de riesgo al que hacía referencia. A todo esto ayuda la música del genial Nino Rota y una factura técnica sin ningún atisbo Nouvelle Vague y precisa en su contribución a mantener la tensión en cada segundo. La película sirvió también para la consagración como mito erótico de Alain Delon. “A pleno sol” es la primera adaptación al cine que se hizo de la novela, la primera y, bajo mi humilde opinión, sin duda la mejor, una de las muestras más interesantes de cine negro europeo, una película gestada bajo el calor sofocante del verano italiano que se transforma en un thriller psicológico marcado por la desconcertante falta de moralidad de su protagonista. Uno de los aspectos más interesantes del film, y por extensión de la novela original, es la idea del crimen perfecto, o más bien la idea de adquirir una vida deseada de la única forma posible para un fracasado. La película nos habla de la envidia, de la dualidad de personalidades, del amor y el desamor y sobre todo de los límites a los que puede llegar uno por querer incrementar su propia autoestima, y todo esto lo filma Clément de forma pulcra, cuidando mucho los detalles, haciendo un análisis visual del proceso de suplantación de una persona, con un tratamiento de los personajes formidable. La cinta se aparta de sentimentalismos, de excesos de planos y refleja perfectamente el acoso y el miedo interior de Ripley, trasladando al espectador a terrenos del género negro pocas veces visto con tanta sobriedad.

 

 


El protagonista Alain Delon, brinda una interpretación insuperable, encarna a Ripley con una mezcla entre infantilidad y frialdad extrema, casi inhumana, su mirada pasa de ser distante a mostrar una curiosidad insana que roza el sadismo, como un niño que disfruta al ver chamuscarse una hormiga bajo una lupa, aun así, el actor francés consigue que Ripley resulte carismático, es difícil no sentirse atraído por la elegancia indiferente y la clase de este asesino enfundado en mocasines y pantalones de pinzas, su Tom Ripley pertenece por derecho propio a la larga galería de encarnaciones del mal que ha dado el cine. No menos hermosa y seductora está Marie Laforet como el objeto de deseo
, contrastando su belleza frágil con la posesión total y suplantación que ejerce Delon. Muy notable también Maurice Ronet en su papel de Phillipe Greenleaf, representa claramente un “viva la vida”, un chico bien con dinero para malgastar sin oficio ni beneficio pero con respaldo económico de sus padres, la chulería y el dinamismo de su personaje están perfectamente reflejados por este gran actor.

 


 

Un auténtico clásico del “noir” europeo. con una extraordinaria banda sonora de Nino Rota y una fantástica fotografía que logra atrapar el magnífico brillo de esa Italia del sur, en particular de los escenarios naturales y urbanos en la que está magníficamente ambientada. Imprescindible. O puede que sea realmente el sol el que nos ciega. Ese sol del Mediterráneo que ya fue causa para el crimen de aquel otro, para el eterno «extranjero». Casualmente, Ripley es también un «extraño», aunque no francés sino americano en tierras italianas. «A pleno sol» es un título maravilloso, perfecto, para esta película maravillosa, porque nos transmite esa sensación de vivir al límite y exponerse sin moderación al fuego de un sol sediento de ambiciones, de placeres ocultos, de superficialidad indolente echado en una playa. No importa quemarse. Alma y cuerpo de esta película, es el sublime Alain Delon. Su interpretación es antológica y una de las mejores que puedo recordar sobre la figura de un criminal. Cómo cambia la expresión de sus ojos cuando nadie lo observa y de qué forma se pasea por un mercado callejero como quien pasea entre hormigas... Su belleza exquisita, indecente, es un atractivo más para un Ripley tan complejo, tan trabajado, que incluso engaña al propio espectador. Le creemos inocente, ingenuo... Pero lo sabe todo, lo estudia, oculta todo con su prodigiosa inteligencia y su alegre sonrisa. Difícilmente seremos tan cómplices de un asesino como lo somos aqui, quizá nunca veamos un psicópata más perfecto, más inmenso, más ambiguo, más inmoral, y aun así culpablemente deseable... Es un acierto que no se busque justificar a Ripley con historias personales tiernas ni discursitos sociales, eso de humanizar el mal, como si el mal no fuese humano. Incluso lo que parece amor por su parte no lo es, es posesión. «Toca... para mí». Esto, gracias a un soberbio guión que no recurre a monólogos, voz en off, prólogos, preludios, antecedentes, y otras sobrexplicaciones que ralentizan la trama...Además está escrito con inteligencia, coherencia y concisión, plagado de detalles que vuelven esta historia rica y abierta a la interpretación y al redescubrimiento cada que vez que se vea. «A pleno sol» empieza de forma directa y deja que sus personajes se muestren como son, se desarrollen a través de sus actos, de sus gestos. No sobra ni falta nada, cada palabra y escena se encamina a un fin y tiene la profunda base de la psicología, de la naturaleza humana. Lo primero que vemos de Ripley, que tardamos en conocer su nombre, es que escribe por Greenleaf las postales que envía y las firmas auspiciado por el propio Philippe; esta es una presentación de personajes inmejorable, premonitoria. A partir de ahí, bromas, imitaciones malsanas, eróticas, frente a un espejo; un voyerismo frío y silencioso, un juego de apariencias y manipulaciones, de verdades que no parecen... Qué grande.

 

 

Un film impecable con una puesta en escena luminosa y decadente... Sin olvidarnos de un enorme y descarado Maurice Ronet que en el poco tiempo que sale se hace inolvidable. La mente de un escritor consagrado, es un constante revoltijo de ideas que van y vienen tratando de tomar orden y cuerpo. En las cosas que ve, lee o escucha, el escritor suele encontrar el sustrato que lo inspira y lo lleva a ese juego de situaciones que, tras darles muchas vueltas, en cualquier momento se convierten en una nueva historia. El escritor toma notas, añade, quita, investiga… y finalmente, toma la decisión que encuentra más acertada. Tras el éxito obtenido con su primera novela, “Strangers on a Train” (1950), que, un año después, fuera adaptada al cine con la brillante dirección de Alfred Hitchcock, la escritora Patricia Highsmith, quiso darse el gusto de conocer a Europa, y fue allí que, entre cafés que le daban ocasión de observar a los vecinos de mesa y a los transeúntes… mirando los periódicos de la mañana… y visitando museos de arte pictórico… en su mente surgió la idea de un singular personaje al que llamaría, Tom Ripley, una mezcla de maquinador empedernido, con un algo o mucho de corazón que, en ocasiones, puede llegar a sorprender. Con una eficaz ambientación de mediados del siglo XX; sirviéndose de una fotografía empeñada en hacer lucir muy atractivos a todos los protagonistas; y preocupándose -de manera muy atinada- de recrear, paulatinamente, la suerte que inducen a Tom Ripley a tomar la decisión que alterará su vida, el maestro Clément va plasmando un ambiente de tensión con situaciones muy afortunadas, recreando toda una pieza de culto indiscutible..

 

A PLENO SOL, suma en su haber dos décadas de connotados éxitos cinematográficos.... Pero que bien le sienta a Delon la cara ropa de su amigo. Y es que eso de la estética en este comienzo de la década de los sesenta es un valor que sigue subiendo en las películas de culto modernista, el director consigue mostrarnos la ambigüedad entre el bien y el mal y se transparenta en un Delon que se basta para llevar el peso del papel principal, aunque en el otro lado de la balanza Marie Laforet se muestra discreta, con expresión de tortura permanente en su rostro y unos gritos para demostrar que está enfadada, tampoco su papel daba para más. Y con un final inesperado y abierto, tras una historia de suspense en una Italia entre costumbrista y cosmopolita, A pleno sol deja un nivel muy alto difícil de superar para posteriores secuelas.  Tiene dos partes bien diferenciadas, y aunque es mejor la primera, el suspense de la segunda está conseguido. El ambiente luminoso y cálido de Italia, funciona perfectamente como contrapunto a la oscuridad del personaje de Alain, que con esta película empezó a convertirse en le beau ténébreux.

 

 

 

Tras el crimen éste continua su plan salvando previstos e imprevistos obstáculos hasta un final memorable y demostración última de que es más difícil ocultar un cadáver que cometer el crimen. La película tiene un aire del cine de Hitchcock muy logrado y la intriga alcanza el final, consiguiendo una gran atmósfera de thriller, creando el indiscutible interés y seguimiento por el espectador, sin que el paulatino e inteligente enrevesamiento de la trama obstaculice para nada la verosimilitud de su desarrollo. Fue una película muy popular en su día y no me cabe duda en calificarla de un clásico en su género y serviría para ensalzar definitivamente a Alain Delon como galán. Con todo, es curioso señalar que el inteligente y amoral personaje de la escritora es encarnado a la manera del atractivo actor, con lo que esta cinta añade matices propios al del personaje literario.

 

 

 

El film logra un habilidoso equilibrio entre el apego al código del género negro y la tradición cinematográfica europea; Clement plantea la historia de un asesinato y adentrándose en complejos juegos de identidad entre personajes en los que cada matiz añade una nueva posibilidad de cara a la interpretación, pero si algo destaca en A pleno sol es un continuo juego alegórico en el que la conjunción de los escenarios con los entornos naturales y el ascenso de la locura entre los personajes se hace absoluta. Frente a la opulencia de los decorados habituales en el cine negro americano, en A pleno sol tenemos las callejuelas de arquitectura clásica de las ciudades europeas, las decadentes mansiones romanas...Lo más turbador de esta cinta es la ambigüedad que se produce en las relaciones entre personajes: esa atracción homosexual que intuimos entre Ripley y Philipe no pasa de la sutil insinuación; el gusto de ambos por adentrarse, se antoja caprichoso en ocasiones, aunque resulta destructivo y perverso y que en su ánimo de “epatar al burgués” va explicitando todo aquello que en este clásico basta con evocar. Al principio, empiezan por “comprarle” el bastón a un pedigüeño ciego; seguirán en un juego de competencia por la misma mujer; Ripley vestirá las ropas de su amigo. ¿Su afán por suplantarle tiene un móvil lucrativo?....Lo más curioso es que la cinta ni siquiera nos explica cómo se han conocido exactamente ambos amigos, aunque la sombra sexual siempre está latente…..El tramo más llamativo es aquel que transcurre a bordo del yate en el que la broma entre amigos pasa con facilidad a ser humillación cruel, donde los dobles sentidos se multiplican. Porque a pleno sol ocurre como reflejo de la mala conciencia, y ofrecerá el giro final que revela el sangriento saldo de una mente tan fría como la de Tom Ripley. El film logra un habilidoso equilibrio entre el apego al código del género negro y la tradición cinematográfica europea; esto es,  haciendo que, al igual que en los grandes clásicos de Fritz Lang, el peso recaiga en las causas y consecuencias del acto sádico, adentrándose en complejos juegos de identidad entre personajes en los que cada matiz añade una nueva posibilidad de cara a la interpretación, pero si algo destaca en A pleno sol es un continuo juego alegórico.

 

 
De las manos magistrales de René Clément "A pleno sol", llegó a convertirse en un clásico del cine noir europeo, ésta versión
es imitada por muchos, pero ninguno ha conseguido plasmar en la pantalla, tan magníficamente como Clément, que pocos años después consiguió el Oscar de la Academia por la película “Juegos prohibidos". “A pleno sol”, es sin duda un argumento apasionante, que se lleva a la pantalla con frialdad y distancia, sin efectismo baratos y practicando un psicologismo basado en el análisis de pequeños detalles. Una más que recomendable película que en su día demostró que Europa, podía arrebatar a Estados Unidos, la hegemonía del género negro, es lastima, que hoy en día dicha película no sea más revisada. De todos modos, quien no haya leído la novela, la película le fascinará sin que el final le traiga decepción alguna. Así, pues, a disfrutarla. A pleno sol” es uno de esos “milagros” irrepetibles que dio el cine europeo en unos años de gran creatividad y que sólo puede entenderse y apreciarse a la luz de la época en la que nació, el final de los años cincuenta, uno de los propósitos que animó fue demostrar que los postulados de la “Nouvelle vague” podían aplicarse a un film comercial. Una magistral adaptación de la novela, un thriller vigoroso donde no falta el suspense, la angustia y el crimen. En “A pleno sol” se viaja mucho, los personajes se mueven por mar en yate y por tierra, pasan la noche vagando por la romana Vía Veneto y en los clubes nocturnos de la zona para amanecer en el soleado Mongibello. Pero nunca lo hacen por placer, aunque en ocasiones pueda parecerlo: para ellos el viaje no es más que la proyección de su vacío,  o una necesidad para conseguir su propósito. El dinero, la envidia y las relaciones de dominio conforman el argumento, desarrollado en los ambientes de la “dolce vita” romana en días de frenesí. Phillipe es un caprichoso millonario que mantiene amistades con otros ociosos de su clase, como Freddie, adinerado grotesco, charlatán y clasista, no sabe qué hacer con su tiempo y con su dinero, Marge es su enamorada que se debate entre un amor que le hace sufrir y un trabajo sobre arte que no sabe concluir. Ripley recibirá 5,000 $ del padre de Phillipe si consigue que éste vuelva a casa en San Francisco.
 

 


En apariencia, todos se llevan bien pero hay un desplazado entre ellos: un pobre entre ricos: Tom Ripley. ¿Y qué puede hacer éste rodeado de semejante fauna? Freddie lo desprecia y Phillipe tiene el amor de Marge, dinero y elegancia
..No se puede vivir entre tanta humillación sin sentirse afectado: Ripley tiene que escribir las postales turísticas de Phillipe, servirle de guía, ser ocurrente, mediar en sus disputas amorosas con Marge y ponerse una prenda elegante en Phillipe sudada, uniéndolo al suyo... Hasta los bronceados tienen matices clasistas.
 

 


Los mejores momentos de
- “A pleno sol” – si puede decirse eso de un film tan denso y compacto como éste, están apoyados sobre el contraste entre la tensión interna y los elementos externos que, a veces, lo suavizan y, otras, lo potencian. El cineasta sabe exprimir la tensión de forma natural... La mecánica del suspense está al servicio de la fascinación que despiertan los personajes, sobre todo la ambigüedad latente entre los dos actores masculinos.

 

 

 Una lección de cine, que mantiene el origen literario, pero traspasado al cine, es una obra maestra absoluta..

 

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